domingo, 11 de marzo de 2012

Carta desde el corredor (teoría de multilocación metafísica) parte 3 de 4

EL TRANCE. LA ANTESALA DEL MÁGICO UMBRAL ¿ENDORFINAS O UNA PUERTA?

Resulta que no me acuerdo de la muerte, ella me recuerda que me aguarda y que debo apremiar mi despedida porque hace ya rato que mis abuelos han venido a buscarme, están aquí para acompañarme.

Parece una velada alrededor de mis helados huesos, en esta celda no hay nadie y a la vez un montón de gente que me estima me aguarda con paciencia, y quizás con tanta ansia de abrazarme, como yo de asirme a sus etéreos brazos, ¡dios, son ellos!

Sé lo que viene ahora, lo he presenciado en otros. Mis abuelos precisamente me relataron su tránsito, y tantos otros me contaron lo que los suyos les relataron, que conozco perfectamente el camino, casi parece cotidiano, como si hubiera recorrido muchas veces esta luminosa senda.

Pero antes de entregarme al sueño de la puerta albiceleste, antes de entregarme a la luz y a los colores a cuyo lado la vida más esplendorosa es penumbra gris y soledad, antes de dejar caer mis parpados y rendir los latidos de mi corazón debo sembrar en el astral esta brizna verde de pensamientos, por si estas sensaciones son consecuencia del coctel de endorfinas que recorre mi organismo en este trance.

Este germen de esperanza en papel sería aplastado por pezuñas de ñus de oscuras legiones de consumidores que en polvorienta nube de intoxicación informativa caminan hacia un desastre ecológico y humanitario sin precedentes. El pensamiento es el único espacio que me queda, sea real o virtual son las únicas coordenadas que me quedan, terminará aquí mi trabajo, si es que no es un comienzo.

Pero si esta débil luz que se apaga, y contra todo pronóstico cartesiano esta semilla que cae en suelo fértil, si esta brizna de proyecto vital logra elevarse al cielo unos pocos metros en busca del Sol, puede que un día contemple desde las nubes, y desde lo alto de la brecha del tiempo donde los relojes están en pausa, la locura de esta línea de tiempo hacia la extinción masiva.
No sé si ya la inyección letal fluye ya por mis venas, ni sé si las personas de mi alrededor están vivas o muertas, si han venido a buscarme o a despedirse de mí. Ni siquiera sé si el tiempo ya se ha parado para mí, si hablo contigo, con alguien o conmigo mismo. Todo parece confuso en este umbral del destino, o lo que sea. No sé si muevo los labios, o si alguien me escucha o si proyecto mi pensamiento se desploma desde la zona cero de mi mente devastada.

Me asalta el temor y la duda. Para qué voy a pensar o a contar, si a nada se parece este paisaje a lo que contiene mi memoria, si es la mía o es esa memoria ancestral que planteaban los clásicos, o lo ha creado todo mi mente para paliar la angustia del óbito a base de secreciones naturales sobre mi torrente sanguíneo. ¿Son todas ellas construcciones imaginarias que sólo existen en una mente que se van a comer los gusanos. 

¿Dónde está la tierra esmeralda? ¿Dónde quedó mi paisaje interior? ¿A dónde se fue mi musa, dónde se fueron todos?

Nada se acontece, nada brilla aún como en el viaje de la barca dorada, nada refulge en su mágica esencia como creía recordar, o quizás, como mi mente había planeado.

No siento mi cuerpo pero tampoco el supuesto placer químico de una descarga hormonal que agradece su hospedaje a un organismo que perece y subyace a lo que hace un momento creía espiritual.

El terror me invade. Si he de deshacerme en la tierra con mi piel y mis huesos, cuál será mi último pensamiento, mi último sentimiento, mi última sensación ¿me quedaré con ella para toda la eternidad como en una macabra olimpiada de Zenón de Elea?

No creo. De ser todo pura materia y naba más, todo acabaría en ese instante y ya no vería nada de lo que luego sucediese. Además lo "material" está plenamente superado, hoy perciben la física cuántica hasta los necios, aún siendo la física una parcela duramente acotada donde se castiga duro al intruso, cualquier mente vulgar como la mía puede asentarse y edificar su pensamiento sin complicadas ecuaciones, pues física es Naturaleza y Naturaleza es todo. Además no inventaron la física el MIT ni el CERN sino los que aseguraron que el gnomón no pertenecía a pitagóricos ni a menfítas, sino al Nilo.
En ese caso me estaré desprendiendo de la dimensión tiempo, y ese último instante, cual aquella aporía eleática en que Aquileo alcanzaba a la tartaruga, será todo lo que me quede de haber pasado por los rigores de lo que creemos vida. En ese caso nuestra especie sería una larga cadena de últimos trigramas, o fotogramas en tres dimensiones. el ordenamiento molecular cromosómico será un escenario lánguido y estéril, inmóvil, muerto como el caos en el caos, gris, dantesco, un grito eterno pues pocas muertes se han producido en escenarios de dicha, bambalinas de rosas y algodones de azúcar.

Pero en la Naturaleza todo fluye, nada hay atrapado en el tiempo ni en el espacio, tan sólo yo permanezco en esta celda porque aún estoy con vida, y ni siquiera así me siento atrapado o solo, pues puedo ya ver entre brumas y pequeños flashes, a las personas con quienes he vivido buenos ratos y momentos especiales, personas a las que me he vinculado de alguna manera y en algún momento, están aquí muchas que ni siquiera conocía o me acordaba de su existencia, y seres que amé profundamente y no pude llegar a conocer, creo que aguardan a que muera aquí, o nazca allí, quién sabe, para encontrarme con ellos, con todos a la vez, y a la vez con cada uno de ellos como si me clonase un millón de veces a la vez, a la vez, a la vez. Esa puede ser la cuestión.

¡Pero eso no es posible! Muchas de esas personas eran incompatibles entre sí, ni siquiera podrían permanecer juntas en la misma estancia. Todas mis amigas, mis novias, mis fantasmas, seres queridos u odiados, o ambas cosas, todas las posibilidades, todas las variaciones, todas las combinaciones… pero todo esto ¡no es físicamente posible! ¡no a un tiempo! ¡no hay espacio suficiente!... ¿o sí?

A fuerza ha de ser una jugada de mi mente en connivencia con la última jugada de mis glándulas, que vienen a despedir a mi sistema nervioso con un formidable espectáculo de fuegos artificiales y una paradójica imagen del todo imposible en la física cotidiana del mundo real.

¿Mundo real? ¿Vida real? ¿Quién ha dicho eso? Creo que yo lo dije. Parece que en este punto empiezan a diluirse las fronteras del ego, el tú y el yo se hacen borrosos, confusos.

En la vida de cuatro dimensiones esta escena es imposible del todo, desde mi punto de vista y desde el de cualquiera de los asistentes a mis últimos instantes.

Aquel amigo fue mi mejor amigo cuando murió, pero eso fue veinte años antes que yo. De haber vivido todo ese tiempo es muy probable hubiéramos tenido divergencias que habrían transformado nuestra amistad en otra cosa, tal vez en una amistad deteriorada o incluso enemistad, pues es difícil escapar a los infinitos formatos en qu la infidelidad se puede presenta.

Sin embargo, ahí está, sonriente como la última vez que le vi, lleno de vida y esplendor juvenil, y a la vez muy maduro y adulto. No ha pasado el tiempo por él, y a la vez es todo un hombre, no hay sombra de las carencias psicológicas que presentaba en vida debido a la edad. Sólo sé que ansío enormemente abrazarle.
También están ahí mis dos abuelas, ¿cómo podré abrazarlas a la vez, si una de ellas, al morena, fue falangista y miembro activo del genocidio franquista, y la otra, rubia como la nieve, se encontraba entre las víctimas del holocausto, superviviente sólo por no haber nacido hombre?

Mis abuelos ambos me observan también y deseo abrazarlos, aunque ambos saben a cuál de ellos reservo mi vínculo más extremo y apretado. Él mismo me narró y describió el escenario de su muerte. Muy parecido al mío, por cierto.

Del otro abuelo apenas tengo algún recuerdo muy superficial, murió siendo yo muy niño. Puedo deducir que abrazó el régimen fascista implantado tras la guerra civil, y que colaboraría con él por motivos de mera supervivencia, le tocó, como se dice vulgarmente, el frente nacional, y optaría por presenciar los atropellos sobre la población civil con la mirada puesta en otra parte para no ser él mismo y sus hijos parte de las víctimas esparcidas por las cunetas de las carreteras españolas. Muchos optaron por esta vía sin que, en realidad, tuvieran otra opción, pero yo no lo sé. He de preguntárselo a él mismo, pues desconozco este punto.

Del otro lado se encuentra mi verdadero abuelo, no sólo biológico. Quién tantas veces he llorado al despertar de un sueño en el que me encontraba feliz abrazándole y sorprendido de encontrarle vivo.  También le tocó el bando golpista, pero nunca pegó un tiro a nadie. Ni siquiera levantó el brazo al modo fascista, jamás, ni al pasar por delante el blindado del dictador en formación con su séquito de psicópatas asesinos, motivo por el cual fue torturado y puesto frente a un pelotón de fusilamiento, como poco antes habían hecho con sus padres y dieciocho de sus veintitrés hermanos. Fue salvado por un cura, curiosamente. Mi abuela, la clara, sería muy religiosa toda su vida quizás por este motivo.

¿Cómo podría sentarme en el regazo de los dos?, en las rodillas del abuelo que me dio amor y ejemplo hasta en el día de su muerte, y en las del que sólo recuerdo vacío a instancias de su esposa ultra-falangista y nacional-católicista, serrana de la Demanda y somatén, mujer de tantas que vieron en la guerra una oportunidad para medran, y que nunca abriría la puerta de su casa a una roja como mi madre.

También han venido algunas damas que he amado, no sabía que habían muerto, pero a la mayoría creo que yo las esperaré pacientemente. Curiosamente hay otras a quien quise amar y no pudo ser, tampoco sabía que el deseo fue recíproco, y que fuesen a abrirse universos paralelos donde existir con todas ellas plácida o turbulentamente, tal como hubiera sido en vida.

Cuánta incomunicación habita en nuestra civilización de las comunicaciones. Era telemática del mundo interconectado, y el sentimiento humano más aislado que nunca en muchos aspectos, y sobre todo en las distancias cortas, donde un muro de silencio e indiferencia contiene lo más esencial de nuestra naturaleza.

No podría abrazar a todas estas personas a la vez, la mayoría de ellas totalmente incompatibles e inconexas en tiempo y forma. Sin embargo, todas como fueron yo las conocí, en su mejor momento según mi memoria. 

Si esto no es una ilusión de mi mente ha de ser una nueva dimensión, un hipercubo de relaciones, que se redimensiona a su vez en todos los demás cuando llegue su momento. Exponente que habría que aumentar si cada una de las tuplas, instancias u ocurrencias personales puede explorar un conjunto de posibilidades diferentes. Esto son tres dimensiones adicionales, si el tiempo se puede recorrer en este multiverso en sentido contrario, como afirman brujas y chamanes, ya son cuatro.

El universo 4D de Descartes encuentra su imagen especular en la frontera de los sueños y la muerte. La Naturaleza se implementa, como lo plantéan físicos teóricos y filósofos espiritistas, en ¿mundos 8D?

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