miércoles, 23 de marzo de 2011

Teorema de la interfaz cerebral (5º parte)

Nota: La narración futurista en primera persona del presente finaliza en este capítulo.

La sexualidad sólo se ha desarrollado tanto para replicados como para restaurados con fines únicamente lúdicos y terapéuticos, dado que con la tecnología actual los periféricos biomecánicos integrales sólo se fabrican y todavía no tienen facultades de reproducción, desarrollo y crecimiento como los orgánicos. La reproducción sexual aún está muy lejos para las unidades de silicio. En unos siglos quién sabe...

El gran dilema se ha presentado a la hora de reciclar estas unidades de silicio, ya que no sólo poseen todos los derechos del ser humano que albergan sino también todas las facultades y sentimiento de esa persona, incluidos el temor a la muerte y la inquietud ante el más allá. El problema existencial se ha trasladado al periférico biomecánico que se resiste, como cualquier ser humano a ser reciclado por más que una copia de su alma sea restaurada en un nuevo periférico, y por tanto, su esencia continue viviendo una nueva reencarnación consciente.

Y es que la carne se resiste a morir, sea de carbono o sea de silicio, es ley de vida, sea ésta natural o artificial.

Siendo así, las personas que habitan las unidades biomecánicas procuran alargar su vida de la misma manera que lo harían en su cuerpo natural, y si tales periféricos están diseñados para una vida útil de unos 80 años se está procurando alargar dicho periodo todo lo que permita la tecnología, y a su vez, los mejores laboratorios ponen su énfasis en lograr productos cada vez más duraderos.

Se habla teóricamente de periféricos capaces de vivir 600 años en condiciones normales de siniestralidad y de suministros nutritivos.

Sin embargo las sensaciones que atraviesan el córtex artificial hacia la mente inorgánica son descritas por los usuarios restaurados como hiperreales.

Son sensaciones indescriptiblemente nítidas y regocijantes, la visión con más colores de los acostumbrados y mayor potencia nocturna y frente a adversidades, el sonido en un amplísimo espectro de frecuencias, dicen que cada vez que vuelven a escuchar una vieja sinfonía perciben notas y detalles en los que antes no habían sido capaces de reparar, y lo mismo pasa con los olores y los sabores, que aunque ya no pueden paladear un jugoso asado, pueden recrear las mismas sensaciones virtualmente y degustarlo de manera aún más intensa y con las mismas percepciones que obtuvieron cuando lo hicieron físicamente, incluso las ganas de vomitar o la sensación de digestión pesada que ocasionaría un exceso de comida o bebida física, o lo que vulgarmente mal se califica como real.


Control de la nueva demanda de recursos

El hedonismo ha sido siempre uno de los eternos peligros de la humanidad. El hedonismo no es en sí ninguna calamidad y no sería ningún peligro si no fuera por el perjuicio físico e intelectual que conlleva el abuso del mismo. Es como un buen vino, delicioso mientras no se abusa, mientras no perjudica la salud del que lo consume ni la integridad o los derechos de los demás.

La nueva tendencia de los seres humanos que están en condiciones de acceder a las nuevas tecnologías biomecánicas es a perpetuarse masivamente en periféricos inorgánicos y a tener cada vez menor descendencia ya sea por motivos culturales, prácticos o legales.

Mientras la demografía permanece afortunadamente estancada, llevamos ya varias décadas recuperando tímidamente algunos ecosistemas gracias a la menor presión sobre los recursos naturales. La natalidad está descendiendo y por tanto, la humanidad envejece, saludablemente.

En pocos siglos, si la tendencia casi toda la humanidad se habrá restaurado no una vez sino muchas, y si para entonces no hemos sido capaces de crear, fijaos que ya no hablo de fabricar sino de "crear" periféricos orgánicos con base de carbono y con capacidades de restauración y de reproducción sexual, tal como la naturaleza lo hizo en la Tierra en 600 millones de años, si no conseguimos eso, obtendremos una humanidad de silicio y de sexualidad virtual, tal y como hemos empezado a fabricar ahora, pues todos reconocen las innumerables ventajas y mejoras vitales que propone la tecnología, y cada vez son menos los que no desean restaurarse.

Yo como filósofo, mi obligación es hacerme preguntas, es más importante hacerse preguntas que ofrecer respuestas, sobre todo para el filósofo: Si llegamos a ese punto de creación de periféricos integrales con base de carbono y reproducción sexual en los que seamos capaces de restaurar nuestra ciencia y nuestra consciencia, nuestro subconsciente colectivo y nuestra sensibilidad más refinada ¿estaremos ante la reencarnación consciente? ¿estaremos ante aquella experiencia religiosa de la que hablaban nuestros ancestros de la era moderna, aquellos que se llamaban lamas tibetanos, que eran capaces de ocupar un cuerpo tras otro, una vida tras otra, de manera consciente y auténtica?

Supongo que sí. Supongo que frente a cada progreso tecnológico y científico se nos abre una nueva frontera que franquear, un nuevo muro que derribar y un nuevo peligro acechándonos, que driblar o vencer.

El problema humanitario dejara de ser la contaminación y la extenuación de los recursos naturales, ya que los periféricos artificiales al día de hoy, aunque requieren muchas micro reparaciones por segundo y energía para llevarlas a cabo y para cubrir todas las necesidades funcionales, lo que en biología se conoce como nutrientes, pues el aprovechamiento es mucho mayor y más eficiente.

Por lo que las necesidades netas totales de aporte sustancial y energético de un individuo restaurado son mucho menores que las de un de un individuo orgánico, y por tanto, tendrá un mantenimiento mucho más económico y viable, aportando el mismo valor laboral tanto en horas de trabajo como en cualificación laboral, cualidad esta última que se deriva, tanto de la menor necesidad de descanso como del acopio creciente de conocimiento y experiencia que se produce como consecuencia de la prolongación ininterrumpida de la vida.

La menor necesidad de energía y nutrientes conlleva una menor presión sobre los recursos naturales que se irán recuperando poco a poco si los ultras lo permiten y no nos constipan, y quizás, con un poco de suerte y talento nos ganemos la confianza de los jardineros de universo y accedan a repoblar las especies que nos hemos cargado, u otras capaces de adaptarse a las nuevas condiciones que hemos generado.

Quizás eso sea demasiado suponer, aún queda mucho para curar nuestra prepotencia.


Controlar los malos usos del córtex y las intrusiones

En los comienzos más incipientes de la neurociencia, cuando estábamos tratando de mapear el cerebro, y de identificar y aislar en el córtex las regiones sensoriales y motrices, es decir, de entrada y de salida de la información neuronal, se produjeron casi a la vez los descubrimientos de las pruebas ilícitas que alugunos laboratorios militares y privados llevaron a cabo.

Se trataban de interceptaciones de transacciones neuronales y de induccones no clandestinas. Yo diría que las primeras aplicaciones de los grandes descubrimientos en neurociencia fueron aplicaciones de control mental de individuos, aplicaciones paramilitares.

Lo mismo que ocurrió con Internet, los primeros estadios de la Red de redes fueron desarrollados por militares con fines militares, es decir, seguridad más lo que sea. En concreto la DARPA de la marina de los EEUU en la segunda mitad del siglo XX liberó a las universidades la primera red de redes, y luego se filtró esa tecnología primero a organismos públicos, comerciales, y fnalmente, a toda la población.

De igual manera sucedió con las neurociencias, primero se desarrollaron en los laboratorios de la OTAN, prácticamente por las mismas fechas, y luego de desenmascarar esa tecnología y de indemnizar a miles de las víctimas de sus experimentos, comenzó a filtrarse el conjunto de avances en los círculos médicos, y a investigarse conjuntamente y en régimen de colaboración por los sistemas sanitarios de la Coalición Internacional.

No fue hasta entonces cuando se comprendió el potencial, los beneficios y los peligros de la nueva tecnología biomecánica centrada en el córtex cerebral como interfaz entre los sistemas biológicos y tecnológicos.

Pero antes de ser del dominio público y en los primeros estadios de esta rama de la ciencia se produjeron muchos usos ilícitos y abusivos por parte de experimentadores y de oportunistas ávidos de dinero y poder. Os recuerdo, por si no lo sabéis, que en aquel siglo XXI de las nuevas luces, aún se utilizaba el capital como moneda con el fin de amasar cantidades incalculables de recursos económicos y riquezas.

De hecho, por culpa de la facilidad para la acumulación de riquezas que otorgaba ese formato de moneda hubo una organización llamada FMI que llevó a la humanidad a la quiebra despues de siglos de mantener en la extrema pobreza a la mayor parte de la humanidad, adeudados inmisericórdemente bajo unas normas de especulación criminal, sólo posibles mediante este tipo de moneda.

Y llevaron a la biosfera, ser humano incluido, a un colapso sin precedentes que casi supuso la cuarta extinción masiva del planeta, todo ello a base de jugar a las finanzas y los dividendos con la energía vital de muchos, poniendo precio a los recursos y también a los pobladores del mismo.

Los primeros experimentos de transmisión a través del córtex fueron clandestinos y con fines militares. Lo primero que se identificaron fueron las frecuencias y el tipo de ondas que estimulaban el córtex suplantando a los sentidos.

Las personas tenían visiones y alucinaciones de todo tipo al recibir impresiones sensoriales no producidas por sus ojos ni por sus oídos sino inducidos artificialmente.

No tenían un control certero de las inducciones debido principalmente a ejecutarlos a distancia vía inalámbrica, algo que a su vez hacía a tales experimentos prácticamente indetectables y afectar a otros áreas del córtex como los del olfato, los áreas responsables del comportamiento o los de los distintos sentimientos, pues en inducción sensitiva artificial es radicalmente más importante el qué o el dónde inducir, que el cómo.

De manera inalámbrica los efectos colaterales se incrementan proporcionalmente a la distancia, y en contacto con los microelectrodos se obtiene una precisión casi absoluta, pero a efectos prácticos la manera de incidir en el córtex les era indiferente, y más en aquel tiempo de pruebas clandestinas.

Era muy frecuente que las víctimas de dichas pruebas experimentasen en la misma inducción alucinaciones auditivas, visuales, olor a quemado y cierto sentimiento de melancolía o frustración que los hacía profundamente infelices y desesperados por las alucinaciones, pues eran conscientes de los errores sensoriales que estaban padeciendo.

Muchos sevolvieron locos, la mayoría fueron internados en hospitales psiquiátricos y sometidos a tratamientos de adormecimiento sensorial y anulación de la personalidad. En aquel tiempo el psicoanálisis era cosa de ricos y la psiquiatría una simple cadena de aplicación de fármacos, y lobotomías.

Después de las consabidas denuncias y reclamaciones, se regularon este tipo de experimentos y comenzó una etapa de mercado en la que las aplicaciones lúdicas tomaron la batuta de los acontecimientos al tiempo que sirvieron para financiar las investigaciones neurocientíficas que desembocaron en la biomecánica que todos conocemos.

Resurgieron las aulas cinematográficas después de una larga decadencia de ideas y turbulenta agonía llena de reclamaciones de derechos de autor y lamentos plañideros de taquillas y butacas vacías, las tecnologías 3D ofrecieron un efímero balón de oxígeno para el cine pero finalmente sucumbió un arte supuestamente víctima recursiva de la red Internet y de la libre distribución de un conocimiento cuyo acceso fue reconocido un derecho más fundamental que el propio derecho del autor y de la interminable cadena de intermediarios que se lucraban impunemente de una propiedad intelectual que poco o nada tenía que ver con el autor.

Finalmente, como todo el mundo sabe, el Tribunal Penal Internacional hizo prevalecer el derecho de los pueblos a la cultura y el entretenimiento dejó de ser una violación penalizable por encima del derecho de un autor o un intermediario a adquirir el cuarto o quinto yet ingrávido privado, yate o chalet en la costa de cualquier país templado.

Los intermediarios entre el público y el arte, y los servicios de supuesto valor añadido tuvieron que conformarse con el lucro derivado de sus propios productos y servicios, y los magnates comenzaron a ser un poco menos gigantes y un poco menos arrogantes, aunque no dejaron nunca de demonizar al Gran Maestro, Internet, ni por supuesto, a la Coalición.

E irrumpió en la carta de servicios de entretenimiento del gran público respetable una nueva tecnología, la de la visión artificial. La gente colmaba los pabellones masiva y compulsivamente como en los tiempos del cine mudo, para ver en su mente una película en RI (realidad inducida).

La gente acudía a aquellos lugar ya no par ver una serie de escenas de una mayor o menor realismo virtual, sino que acudía a experimentar una serie de secuencias que eran inducidas artificialmente a través de la interacción de los generadores de impulsos sensoriales y el córtex cerebral del espectador.

El público se sentía realmente inmerso en las escenas que se desarrollaban en la pantalla mental, y los habitáculos para algunas películas de acción hubieron de individualizarse y hacerse de materiales que amortiguaban los golpes, pues el espectador podría hacerse daño al tratar de reaccionar ante los estímulos allí vividos.

En apenas diez años todo el celuliode y el cine 3D fue remasterizado en formato RI.

Verdaderamente fue un gran salto cualitativo en el concepto de realidad virtual. Los espectadores podían realmente sentir lo que se desarrollaba en la escena con todo lujo de detalles, ya que el córtex cerebral recibía exactamente los mismos impulsos que hubieran enviado los receptores sensitivos, si no es que más intensos, artificialmente intensos.

El único efecto secundario que producía la sensación virtual, además de algún paro cardiaco y algún ataque de epilepsia en enfermos subyacentes, parecía ser el de la adicción, y las aplicaciones se sucedieron en todas las áreas de la vida.

Comenzó la decadencia de los centros de alterne porque las mismas sensaciones erótico-sexuales que podían proporcionar los servicios de prostitución eran proporcionados por un generador personal o PG, con el programa adecuado y sin necesidad de contacto carnal, intercambio de gérmenes ni interacción con personajes y lugares de dudosa higiene física y mental.

Los proxenetas y la industria asociada a la prostitución pronto pasaron a compartir ideología e intereses con los ultraconservadores católicos, protestantes, islámicos, judíos o de cualquier religión, que desde los comienzos del pensamiento científico allá supuestamente por el siglo XVI, vieron mermadas sus capacidades de enajenar y manipular a sus adeptos, feligreses y atemorizados conciudadanos.

El tráfico de drogas también se vino abajo con las nuevas tecnologías de sensación virtual, ya que cualquier efecto o emoción provocado por cualquier tipo de droga era perfectamente experimentable virtualmente sin necesidad de contaminar la sangre con sustancias psicotrópicas, o aquellas tan nocivas con que se solían diluir tradicionalmente las drogas, y todo ello sin tener que pagar los desorbitantes precios de una economía sumergida, y sin tener que relacionarse con el mundo del hampa y de la delincuencia.

Pronto este submundo generador de violencia, depencia química y extorsión encontró trabajo en los servicios y fuerzas de seguridad de la oposición oficial a la Coalición y la Sociedad, cuya condena y abolición llevarían a cabo si pudieran, o si llegara a tener efecto cualquiera de sus reiterados atentados biológicos y políticos.

Pero las aplicaciones fueron mucho más allá del panorama lúdico.

La inducción de sueños plácidos o reparadores en medicina hizo que se recuperan mucho antes aquellos pacientes de múltiples enfermedades y permitieron una mucho menor administración de fármacos con un enorme ahorro tanto en recursos económicos como en materia de efectos secundarios adversos que tradicionalmente tenía la administración de compuestos químicos en el organismo.

Se llegaba de esta manera a engañar al cerebro para que segregase oxitocina, dopamina, adrenalina, serotonina o cualquier otra sustancia endocrina que fuera demandada según tal o cual estrategia terapeútica poniendo al alcance del paciente y del usuario en general aquellas sustancias endógenas que pudieran proporcionar un mayor nivel de sanación, o simplemente bienestar y prolongación de la vida, pues pronto conseguimos engañar a las células de cualquier tejido de que nos encontrábamos en plena edad de crecimiento a cualquier edad, estimulando la producción de colágeno, elastina y demás sustancias endógenas responsables del rejuvenecimiento y la reparación celular.

Sin embargo, parecen existir otras variables que intervienen en la vejez y la muerte que aún desconocemos porque indefectiblemente nadie ha conseguido superar la barrera de los trescientos años para el ciclo vital de una persona sana. Algo de todos modos inconcebible para una mentalidad, digamos de hace cinco siglos.

El deporte es otra de las aplicaciones más demandadas en el terreno de la salud. como todo el mundo sabe la salud actual como la de los últimos dos siglos se ha venido centrando en la prevención por encima del problema de la curación, y una de las principales medidas preventivas es el deporte.

Hemos pasado por épocas en las cuales el deporte estaba prohibido por prescripción facultativa, los niveles de contaminación hacían totalmente desaconsejable el practicar deporte sobre todo al principio en las grandes ciudades, pero una vez que se agotaron los combustibles fósiles el problema se extendió prácticamente a todos los núcleos urbanos y polígonos industriales, incluso en pleno campo abierto podía serlo si el viento traía alguna nube tóxica en ese momento.

De esta manera proliferaron los gimnasios de aire reciclado donde se practicaba el aerobic precisamente y también el desarrollo muscular mediante máquinas de juegos de poleas y pesos al igual que se hacía siglos atrás, con la diferencia de que entonces la estimulación neuronal se aplicaba tanto al cerebro como a los músculos.

Al primero se le engañaba para no sentir dolor ni fatiga, y a los segundos para electroestimular y obtener el máximo rendimiento de cada ejercicio, simulando provenir las órdenes del córtex por acto reflejo en lugar de provenir de una máquina.

Otra aplicación que fue muy famosa fue la de erradicar la pandémica obesidad al menos en la Sociedad aunque esta aplicación tuvo muchos usuarios adeptos entre los ultracongelados conservadores (así también se les conoce sátiramente entre los círculos de ciencia a los detractores de las neurotecnologías).

A través del sistema nervioso también podemos engañar a las células y acelerar su metabolismo y provocar la combiustión celular automáticamente en cuanto se detectan determinados niveles de grasa en los adipocitos, niveles a gusto del usuario siempre que no se perjudique su salud.

También podemos inducir la sensación de saciedad o provocar el vómito en individuos que ingieren compulsivamente, y para personas con problemas de bulimia u otros trastornos podemos inducir la sensación de apetito, e incluso cambiar la sensación del sabor de determinados alimentos para regular la salud, y por ejemplo, hacer que una cebolla sepa a caramelo, o viceversa. Son técnicas tremendamente efectivas aunque desde el punto de vista tecnológico, sobre todo la aplicación anterior, que va un paso por delante, un peldaño más allá de la mera interferencia en el córtex.

Evidentemente todos los PCs actuales además de procesar la información cuánticamente, se comunican integralmente con el usuario a través del córtex, es decir, basta con pensar o desear una acción nuestros equipos la ejecutan sin otro estímulo que la lectura del córtex, basta tan sólo con un poco de educación de la mente para ser un informático virtuoso, y es más, hay sistemas operan a nivel subconsciente, es decir, que los estamos dando órdenes sin darnos cuenta, incluso de dormidos.

Estos sistemas son especialmente importantes en medicina pues ayudan a recortar el nivel de variación de los parámetros vitales para que todos oscilen en torno a los valores óptimos saludables sin preocuparnos de nada.

Pronto estas tecnologías abordaron el orbe académico y lo que empezó siendo la lectura de un libro sin abrirlo y en cuestión de minutos terminó siendo el volcado de asignaturas completas en el tejido neuronal, y después el de completas disciplinas del saber humano, siendo capaces de adquirir en pocas horas el conocimiento más actual y la experiencia de toda una vida de un especialista en esa materia.

Comenzó siendo el arriesgado lujo de unos poco privilegiados y ahora es el principal mecanismo recolector de información del ser humano de la era de las luces.

Supongo que ya sabréis que después de la era moderna o industrial, devino la era postmoderna o postindustrial. Después llegó y también se fue la del neorenacimiento. Y finalmente, la que transcurre en el momento en que os escribo estas líneas, que se ha venido llamando era de la segunda ilustración o más exactamente, la "era de las luces".

Para otros se trata de la propia edad de las sombras, ya que también la llaman era de Lucifer entre los círculos ultraconservadores, aquellos que secundan las hipótesis de la Alianza de Religiones, o gente del bien, como les gusta llamarse, empeñados firmemente en convertir el planeta en un infierno por el mero hecho de que algún recóndito paraíso los espera a todos ellos más allá de la vida.

Os cuento todo esto por si no sois de aquí y os habéis encontrado todo esto muerto por aquí. Este documento si ha caido en tal caso en vuestra manos, al menos tendréis una mínima descripción objetiva de cómo fueron por aquí las cosas en el siglo XXV, y qué fue lo que nos pasó.

¿Porqué no llegásteis un poco antes?


Apuntes adicionales sobre el marco tecnológico de nuestro tiempo

Un día, practicando en mis ratos libre arqueología digital en el estrato de comienzos del siglo XXI me topé con un artículo futurista perdido en mitad de un primitivo blog que se llamaba "Sofía y Ciencia".

El blog trataba de abordar de manera transversal todas las disciplinas del saber humano de entonces, lo cual me cayó bien y lo volqué en mi memoria a corto plazo.

Entre sus artículos me llamó la atención uno trataba de imaginas cómo sería el futuro, tecnológicamente hablando, al cabo de unos siglos, y después realicé una ligera excavación de datos contemporáneos acerca de la misma cuestión, las perspectivas de futuro de las nuevas tecnologías de entonces, y la mayoría de opiniones y visiones preferidas por la gente de entonces se encontraban:

Un holocausto nuclear barriendo la vida en la Tierra

Un gran holocausto de neutrones sin control que barrería del planeta toda huella de nuestra civilización sería imposible, pues el propio holocausto sería suficiente huella de que hubo humanoides por aquí.

Sé que se produjeron muchos pequeños holocaustos nucleares aunque más bien debido a accidentes en las ecuacioes de la física posmoderna, pero nos acostumbramos a vivir con ellos pues no fue hasta después de un siglo de haber comezado a explotar la energía nuclear que se produjo el primero de ellos, y no fue hasta entonces que se tomaron en serio otras fuentes alternativas de energía.

Un meteorito barriendo la vida en la Tierra

Pasaron varios muy cerca pero es obvio que aún andamos tratando de educar medioambientalmente a casi la mitad de los seres humanos, por lo que ni estamos muertos ni hemos escarmentado aún lo suficiente.

Hemos recibido muchos pequeños meteoritos de hielo que han dejado caer grandes lluvias cósmicas, eso sí.

Eyecciones solares barriendo la vida en la Tierra

Hay que ver cuánto se buscaba un apocalipsis global entre las fuerzas de la naturaleza, cuando no hay especie más letal y moralmente miope que la nuestra.

¿Porqué creéis que los jardineros nos han aislado tan lejos y con tantas medidas de seguridad, de la vida en otros planetas?

Pequeños apocalipsis locales se suceden cada pocas semanas o meses, pues la tierra tiembla, el mar y el aire se agitan, metales pesados flotan en el aire esperando caer por sorpresa sobre algún área habitado, un sector de la humanidad esperando ansiosamente la oportunidad de depredar sobre el otro sector porque se sienten elegidos para hacerlo... Realmente las eyecciones de masa solar coronaria no son un peligro en ciernes para la estabilidad del planeta.

Conquista y colonización de otros planetas

Ríos de tinta se han escrito sobre esta falacia.

No ha sido posible ni lo será en mucho tiempo, y no creo que sea problema de tecnología, sino de que somos una peligrosa infección universal, somos precisamente aquellos terribles aliens que describía nuestro cine.

Sólo hay que ver cómo hemos dejado el planeta en los últimos siglos ¿Quién garantiza que no hagamos lo mismo en otro jardín?

Somos realmente todo terrenos difíciles de educar, de inteligencia compartida escasa y de conciencia global nula, pues conciencia sin acción no es nada, pensamiento fatuo. Tremendamente fáciles de erradicar, tan sólo dejarnos aislados un tiempo.

De ahí que nos mantengan en cuarentena mientras maduramos en convivencia y compasión, lejos de cualquier otro planeta paradisíaco que podamos infectar haciendo las américas o las australias.

Para otros filósofos esta cuarentena será levantada cuando controlemos las permanentes hostilidades y los, por ahora, conatos de genocidio que esgrime el integrismo de los sempiternos ultraconservadores, mas yo no soy tan optimista y creo que padecemos una cadena perpetua hasta que finalmente nos exterminemos, o cambiemos nuestra actitud a nivel genético, y en ambos casos le pasemos el turno a otra especie en un nuevo intento de cosechar inteligencia global.


Contacto con vida extraterrestre inteligente

Pocas hipótesis de futuro he encontrado tan recurrentes en el histórico de los últimos siglos como ésta y la anterior, pero a diferencia de la otra, el contacto con vida inteligente de otros mundos ya se ha produjo hace mucho, aunque a escepticismo no hay quien gane a los hombres de fe.

Para ser precisos ya se había producido mucho antes de que viera la luz ese arcaico blog de pseudocientíficos sofistas del que hablábamos antes.

Hoy sabemos que somos algo así como una exótica reserva natural que hemos convertido en zoológico, donde se cultivan supuestos prototipos de inteligencia, y sabemos que nos frecuentan a menudo biólogos extraterrestres y periodistas del corazón de las estrellas que vienen a hacer reportajes científicos a veces, sensacionalistas otras, sobre las tribulaciones del ser humano y su medio ambiente.

Tienen la obligación de observar, tomar muestras y no cambiar nada, ni intervenir siquiera en respuesta a los ataques que les hemos propinado. No parece que esta situación vaya a cambiar pronto, nos califican de escualos del medio aéreo.

Cuentan con un archivo de billones de pedabytes de imágenes RI con el histórico de nuestra acción depredadora, es lo que los lamas llamaban "Aka" o los egipcios primordiales llamaron "Ka".

Podría decirse que somos una especie de "gran hermano" planetario al cual se hallan enganchados muchos televidentes ociosos de otras estrellas. Curiosamente el primer experimento de la popular serie "gran hermano" se produjo por aquellos tiempos de locura tecnológica de principios del siglo XXI.

El contacto con vida inteligente extraterrestre ha venido siendo mucho más frecuente de lo que cabría imaginarse, aunque no comprendo muy bien qué ha de tener de inteligente el venir hasta aquí a pasar unas vacaciones de incógnito. Emocionante y temerario sí, pero inteligente...

Está visto que a muchas especies consideradas inteligentes de nuestra misma galaxia les van los deportes extremos, los deportes de riesgo, de lo contrario no vendrían a visitarnos.

¿Quien no ha reparado alguna vez en alguna cafetería de cualquier estación de metro, aeropuerto o estación intercontinental con la típica parejita de esbeltas modelos asiáticas sumergidas en risitas cómplices y tomando perspectivas digitales a su alrededor, entre copas de helados y juguetes de tecnologías obsoletas, como un PC celular o una gafas tomavistas?

Cuando os topéis con unas asiáticas demasiado pálidas que sólo se pondrán de pie para irse rápidamente de unos dos metros de altura, extremadamente delgadas y con unas gafas negras que no se quitan ni en lugares oscuros, poned la mente en modo experto y no os dirijáis a ellas con el pensamiento fijo de tratar de ligar como aquellos antiguos latin lovers de la prehistoria, porque notaréis un súbito zumbido doloroso y una presión en las meninges que os dejaran paralizados en el asiento mientras las lindas jovencitas apuran su bebida tranquilamente y muy serias, y sin mover sus brillantes pupilas de vosotros se levantarán recogiendo sus cosas y se irán.

Esa descarga no es una autodefensa artificial en este tipo de seres humanos, porque de hecho se trata de una especie a la que no se ha capado la capacidad de interferir mentalmente en el medo y por tanto también en el pensamiento ageno, y defenderse así como por acto reflejo, por naturaleza, como cuando nosotros damos una bofetada. Dependiendo de la intensidad de la reacción, una persona puede permanecer mentalmente bloqueada entre media hora y varias semanas.

Por el aspecto o el tamaño no se les reconoce facilmente puesto que la variabilidad de especies humanas existentes es infinita y su capacidad de camuflaje es casi perfecta.

Verdaderamente no sería buena idea agredir a una de estas personas, son individuos tremendamente civilizados y pacíficos pero tienen un sentido de autoconservación muy alto y no dudarán un instante en provocarte un ictus con una simple mirada, si se sienten realmente amenazados.

Estos son los más osados visitantes y les encanta mezclarse entre nosotros siguiendo complicados juegos de rol, sin embargo hay muchos otros que prefieren las técnicas de invisibilidad, el camuflaje o la interferencia a distancia y quién sabe qué otras técnicas para estar aquí sin ser detectados.

Una cosa parece clara: juntos pero no revueltos. Es evidente que no quieren tratos directos con cavernícolas con tendencias psicopatoides como nosotros, cuya única actividad que somos capaces de hacer colectivamente es la histeria y la explotación.

Hay indicios de que seguirán así mucho tiempo. Somos un laboratorio que constantemente se desmadra, fracasa y salta por los aires. No sería inteligente intimar con cobayas rabiosas, aunque todo es posible.

Lo realmente difícil sería encontrar vida inteligente de este planeta.


Crearemos la máquina del tiempo

Falacia sin sentido típica de mentes con lesiones en los lóbulos temporales.


Atravesaremos agujeros negros

Falacia sin sentido típica de mentes con mielina generalizada, es decir, sin estrenar.


Alcanzaremos la velocidad de la luz

Completamente cierto, desde que se inventaron las linternas esto es una verdad incuestionable.

Además viajamos a velocidad luz siempre que tomemos un fotón como sistema de referencia ¿no que el movimiento existe sólo en función de un sistema de referencia?

Es broma, es función del sistema de referencia y del tamaño del observador, y por tanto del vehículo del observador, pero no me refiero a una nave sino al auténtico vehículo, a la energía, la información, pues es físicamente imposible que lo que viaje a velocif¡dad luz sea el periférico, sea éste de carbono o de silicio.

Por tanto, claro que se puede viajar a velocidades luz y superiores, pero se trata de tecnología que está vetada para especies en cuarentena, como la nuestra.


Fin 4ª y última parte.
Fuente: Texto refundido de la introducción de la novela futurista "Paseo por el siglo XXV" de Carlos Caballero (aún no editado).

A Fuego Lento

domingo, 20 de marzo de 2011

Teorema de la interfaz cerebral (4ª parte)

Un paseo por el siglo XXV

Hay veces en que es difícil distinguir entre la ciencia-ficción de las artes creativas, y la ciencia pura de ecuaciones y laboratorios, y más, cuanto más vayamos alejándonos del decadente siglo XX y la tóxica era del petróleo.

Pero en este caso os aseguro que lo que vais a leer aquí es pura ciencia envasada al vacío, y que si logramos alejarnos de la sociedad industrial, y además sobrevive alguien después de que hayamos consumido todos los combustibles fósiles del planeta y nos hayamos cansado de quemar alimentos en lo que se ha venido calificando erróneamente de alternativa y que se conoce como "biocombustibles", si es que es posible sobrevivir en un planeta donde se van a incinerar 5.000.000.000 de cadáveres humanos y otras tantas toneladas de desechos sólo durante este siglo, si por alguna razón que desconozco se puede sobrevivir a eso, lo que veremos en esta cuarta parte del teorema de interfaz cerebral puede considerarse un hecho, nos guste o no. Un hecho en el tiempo.

No quisiera arrogarme la prepotencia del profeta porque no o soy, no puedo ver el futuro, ni tampoco creo que vaya a ser exacto todo lo que aquí exponga, ni en la forma ni en el fondo pues es seguro que habrá ajustes necesarios y un montón de aplicaciones que ahora ni siquiera imaginamos, pero el grueso de las tendencias biotecnológicas que no me ruboriza exponer aquí son para mí incuestionables. Si tuviera algún ahorro lo apostaría todo a que así será.



Para que este paseo haya sido posible la humanidad ha debido converger en varios compromisos universales de difícil consenso:

Control demográfico

Atrás quedó la vieja falacia de que hay recursos para todos y que los grandes problemas humanitarios se solucionan mediante un reparto equitativo.

Apenas entrado el siglo XXI y recién nacida la Sociedad del Conocimiento quedó patente que los recursos del planeta eran más que limitados, sobre todo los recursos naturales y los artificiales limpios y saludables.

La sociedad era alimentada en aquel tiempo de piensos compuestos, hormonas de crecimiento y azúcares sintéticos, y se preguntaban qué era el cáncer...

Tuvimos que perder para siempre toda la biodiversidad para comprender que era nuestro recurso más importante, y lo explotamos inexorablemente hasta la extenuación a pesar de las protestas de muchos ecologistas y biólogos. Sin embargo el derecho al trabajo, a la tierra y a ganarse el pan de la gente humilde ganó la batalla y hoy no queda una sola hectárea de tierra virgen.

Tuvimos que alcanzar los 35.000.000.000 de seres humanos para comprender que no cabemos tantos, pero la naturaleza sabe equilibrarse y supo equilibrar la balanza mediante insospechados cataclismos y pandemias no siempre provocados porla mano del hombre.

Llevamos ya siglo y medio manteniéndonos alrededor de los 12 mil millones y tenemos las esperanzas y las herramientas para mantener esta cifra, e incluyo ir disminuyéndola, pues además de las imposiciones legales parece que la gente va perdiendo la capacidad y las ganas de reproducirse a medida que adquiere educación, cultura y conciencia.

Hoy, que cumplo 142 años y que soy capaz de clonar cualquier órgano de mi físico, ya un poco madurito, y que también puedo clonar a cualquier animal vivo de mi granja cuyas cualidades desee preservar, me reconozco incapaz de clonar individuos de especies extintas salvo que sea para torturarlos como mascotas de exhibición, lo cual no es una de mis aficiones.

No es posible recuperar las especies extintas ya que no encontrarían el ambiente ni las condiciones que les permitieron desarrollarse como especie. Ya no es problema de tecnología, sino de hábitat.

Tenemos un sin fin de especies nuevas pero las viejas se perdieron para siempre con los ecosistemas.

Cuánto nos costó comprender la biología como comunidades más allá de los individuos, nos costó la diversidad.

Hemos tratado de reproducir dichos ecosistemas pero no tenemos los códigos de los miles de millones de especies que serían necesarias reproducirlo.

Se nos daba bien el microscopio pues éramos ciertamente miopes.

Hay biólogos afanados en intentarlo y el gobierno internacional destina importantes presupuestos para ello, pero es demasiado tarde. Como humanista empedernido y acreedor de 26 carreras virtuales descargadas en mi cerebro, creo que es de muy difícil implementación un nuevo Amazonas.

Para qué negarlo, es imposible ¿creíais que esta palabra era obsoleta en estos tiempos?

Desgraciadamente, no.


Control de las emisiones y residuos

En honor a la sagrada libertad que tanto nos llenó la boca y tantos logros nos permitió en los siglos pasados, hoy es una lacra que nos cuesta cada año millones de vidas y de recursos vitales en todo el mundo.

Pero éste no es el mayor coste, el mayor tributo que se paga por la libertad de unos, se paga en nivel de vida y dignidad de la mayoría, de los que a duras penas subsisten con los desechos de aquellos.

La libertad sin responsabilidad no es nada, es simplemente libertad para penetrar en los derechos de otros y hacerlos añicos.

Enarbolando la bandera de una libertad sin límites aún persisten miles de millones de seres humanos encadenados a sistemas económicos basados en la producción y el capital. Son sistemas propios de la sociedad industrial de cinco siglos atrás que aún perdura, y del poder que otorga la fuerza exactamente igual que en el siglo de los genocidios, aquel XX que en responsabilidad no se diferenciaba mucho del legendario neolítico.

Se decía que el tiempo terminaba oficialmente en 2013, y como todo el mundo sabe, lo que terminaba era el tiempo de los sistemas fundamentados en la violencia, la diferencia de clases y algo que nos sigue manteniendo a todo el planeta al borde del colapso: el libre uso de los recursos naturales y la libre emisión de residuos a una atmósfera y unos mares creímos de todos, y no fueron de nadie.

Era el fin de un tiempo de caos y esperpéntica negligencia voluntaria, al menos en teoría, porque algunos de aquellos sistemas aún persisten por deseo y motu propio, por creencias nihilistas o fidelidad con el pasado, y hemos de convivir con ellos y asistir de vez en cuando a la repetición de espectáculos dantescos de otro tiempo, pero la ley internacional no puede intervenir hasta que el daño está hecho o ha comenzado a producirse.

No sienten el menor remordimiento en liberar en el medio líquido y el gaseoso sus ingentes coladas de residuos, que de lo contrario flotarían en ellos. Y es que les cuesta más barata esta forma de libertad que el reciclaje, pues aún no han abandonado el sistema metálico capitalista a pesar de que conocen la destructiva adicción que produce el capital.

Se les ha explicado los perjuicios globales y que para ellos mismos acarrea esa actitud inconsciente, negligente e intolerable, y nos acusan de controladores, manipuladores y ateos, nos califican de adorarodes de la ciencia y esclavos de las máquinas .

Son ultraconservadores que se niegan dogmáticamente a volcar en sus cerebros cualquier rama de la ciencia o la cultura, son objetores neurodigitales. Se niegan sistemáticamente a aprender nada fuera de las vías tradicionales de aprendizaje (estudio, repetición y experimentación), y no les importa ser totalmente ignorantes prácticos o como mucho abarcar tres o cuatros carreras universitarias. "Así se hizo siempre" es su máxima y su justificación más desgastada, y no la cambian aunque nos haya llevado al borde del apocalipsis global.

Estos pueblos pasaron siglos culpando a la ciencia y luego a Internet de todos los males y se defienden ahora diciendo que somos máquinas orgánicas, que no sabemos disfrutar de la vida, que hay que vivir con libertad, morir joven y dejar un obeso cadáver...

Creo que era uno de los lemas modernos, o algo parecido, lo que sí sé es que se siguen justificando en libros que se escribieron hace milenios, cuando ni siquiera se había inventado la imprenta, cuando ciertas lesiones en el córtex se consideraban mensajes directos de los dioses y de seres de otros mundos.

Dichas lesiones siguen siendo una de las exigencias que nos previenen estos supuestos dioses, los jardineros del universo, exigencias para que nos visiten más a menudo e inviertan nuevos recursos en nuestro desolado y frenético planeta.

Creo sinceramente que no lo conseguiremos nunca.

Cuando nos rediseñaron para que fuéramos más sostenibles y borraron aquella entrañable prominencia supraorbital de la frente de nuestros antepasados homínidos, se quedaron ciertamente cortos, pues muchos de nuestros hermanos de especie ni se plantean aún salir de las cavernas industriales.

La industria paleolítica al menos no degradaba tanto al medio ambiente ni a sus usuarios y terceros. Quizás aquellos neandertales lo hubieran hecho mejor que nosotros.


Control de los estados, sociedades y organizaciones totalitarias

Cómo no les va a disgustar la palabra control, o la palabra orden, la palabra global, y también la palabra nuevo. Hay que ver que crisis estallaron allá a principios del siglo XXI cuando empezaba a imperar aquel nostálgico e inocente "nuevo orden mundial"...

Proyectaban sus manías conservaduristas en forma de religiones de toda índole, grandes, pequeñas, gemelas y fraternalmente enemigas, opuestas y totalmente afines. Eran tremendamente paradójicas y contradictorias aquellas religiosidades.

Sin embargo a quien adoraban realmente todas ellas, o al menos la parte más alta de sus jerarquías, era otro dios distinto del que predicaban, un dios único y omnipotente realmente en aquel tiempo, el Dinero.

Y el planeta giraba en torno a aquella irrenunciable adoración y su expresión máxima en los mercados financieros.

Dichos mercados manipulaban gobiernos y masas humanas, y no tenía la gente posibilidad de escapatoria pues la educación y los sistemas sociales consistían en hacer a la gente totalmente adicta a sus directrices y caprichos desde la infancia.

Se premiaba exponencialmente la competitividad y el arrojo ante el peligro. Eran sociedades marciales donde la gente sin escrúpulos cumplía todos sus deseos impunemente.

Afortunadamente, hemos superado aquella funesta etapa de locura colectiva y escalada de violencia.

Ya no quedan más combustibles fósiles que quemar, pero no podemos bajar la guardia ya que hay aún quedan pueblos que detestan abiertamente a la Sociedad del Conocimiento, además la ley internacional sigue siendo, en mi opinión, demasiado benévola con respecto a las arraigadas costumbres de maltrato animal, vegetal y social que perpetúan tales pueblos, por el poder que les otorga su metálica divinidad, don dinero.

Aún hay pequeños conatos de genocidio en sitios más o menos puntuales, que afortunadamente son sofocados sin demasiado esfuerzo por las fuerzas y cuerpos de seguridad de la Coalición, aunque se aprovechan de que ya no utilizamos medidas coercitivas de reclusión o represión física, y de que si muere alguien en un acto de restablecimiento del orden y la paz, es por puro error.

Suelen ser precisamente rehenes de estos adoradores de las antiguas finanzas los que suelen salir en estos casos mal parados.

Aun así no soy partidario de las medidas coercitivas, creo en la educación y también en la reeducación, ya que el cerebro humano es tremendamente moldeable.

Mucho menos aprobaría la pena de muerte ya que me perdería unos interesantísimos caudales irrepetibles de información disponibles estudiando las peculiaridades y patologías en los primitivos cerebros de estos pequeños tiranos.

Sí comprendo que la mayor parte de los desarreglos funcionales de estos cerebros se deben precisamente a su desuso, a sus grandes colecciones de pequeñas atrofias y lesiones neuronales, en definitiva a la ignorancia.

Pero siempre encuentro pequeñas anomalías y genialidades que hacen tremendamente interesante su estudio, y que mantienen en continua evolución a las ciencias neuronales.


Control de los recursos naturales

Las materias primas, la biomasa, el suelo, el cielo, los productos sin contaminar son un bien escaso, cada vez más escaso.

Por ese motivo precisan de una gestión sostenible, precisan de la aplicación de las más vanguardistas teorías económicas, pues es preciso obtener de ellas el máximo rendimiento sin explotar ni estresar sus mecanismos de desarrollo, es preciso nuevamente echar mano de esa palabra tan denostada por los defensores de la libertad sin responsabilidad, los defensores de la libertad a ultranza, ultraconservadores o ultralibertarios que de puro extremos se dan la mano, es preciso, precisamente, un minucioso control.

Control de la calidad y de la cantidad, control de la presión biotrófica y control de los excedentes, control de los empresarios sin escrúpulos y de los intermediarios especuladores, pilóticos demagogos y sobre todo, de los agentes financieros.

Afortunadamente hoy es mucho más sencillo llevar a cabo este último control que en el pasado, ya que con un simple escaneo de la memoria a corto plazo se pueden detectar las intenciones de fraude y de delito, sin problemas y sin lugar a dudas.

Lo que en derecho se conoce como "dolo" o voluntad de cometer un delito a sabiendas, resalta en los gráficos tan llamativamente que a menudo son el reclamo y el objeto del deseo de ciertas cadenas televisivas y revistas digitales del corazón.

El morbo sigue siendo uno de los placeres humanos más exquisitos, primitivos y demandados, nunca faltan entre los resultados de escáner cerebral espantosos casos de delincuencia hipócrita y falsedad de refinamiento sorprendente que retroalimentan esta vieja costumbre.

Con un simpe escaneo mental podemos conocer al detalle las motivaciones tácticas y estratégicas de cualquier empresario de la producción, la intermediación y el consumo, y conocer desde los márgenes comerciales, tratamiento de los residuos e incluso las consecuencias morales, ecológicas y sociales de las que son conscientes estas personas y determinar así con un ínfimo margen de error el grado de legalidad de sus actividades.

Como siempre, desde la prehistoria creo yo, parece qua la legalidad sirviera principalmente para proteger las garantías y la integridad del infractor, y como desde tiempos inmemoriales la gente puede negarse a ser escaneada a menos que lo ordene un juez en base a indicios racionales de delito, y los actuales grandes delincuentes, los magnates de la deslealtad y la trampa, conocen todas las estratagemas y vericuetos para hacer desapareces esos indicios que los podrían desenmascarar, y al contrario delo que cabría esperarse de unas sociedades tecnológicamente tan avanzadas supuestamente como las nuestra, estas personas lejos de ser apartadas y cuestionas por los centros de poder y organismos públicos, siguen aglutinando masas y arrastrando seguidores entre ilusos de escaso conocimiento y mentecatos de corta personalidad, por los senderos del nihilismo y la actividad destructiva.

Tan sólo cuando las consecuencias de sus acciones son sentidas a nivel internacional la justicia toma cartas en el asunto, y cuando esto sucede siempre caen peones mientras los oficiales se parapetan y los magnates de la corte enarbolan aún más alto sus insignias de pretendida libertad y supuesta revolución.

Revolución a unas normas que coartan sus abusos, desmanes y residuos, revolución a los convenios internacionales largamente demandados sobre ética económica, social, derechos humanos, medioambientales y civismo.

Aquellos ultraconservadores no suscriben todos esos convenios y se comparan con Luther Kinh, Ghandi, Bolivar, Napoleón, Mandela, Tao Tse Ying, Abdalá Ben Alí, Domingo Suárez y Petroso Da Silva.

Pero libertad y revolución significan cosas distintas según el marco histórico. Las de estos señores de la guerra llevó a la humanidad a las tres crisis macroeconómicas y a la biosfera global al tercer y más devastador colapso, del cual llevamos más de un siglo tratando de recuperarnos. Aún así siguen esgrimiendo sus "razones".

Anarquía, desobediencia, insumisión y desorden en un ambiente totalitario de caos, de violencia generalizada y de omisión de derechos, serían una medicina para el pueblo, serían la antesala de la revolución, una deflagración humnitaria por la conquista de las libertades fundamentales, una auténtica revolución.

Sin embargo nuestros ultras contemporáneos, expertos desde existen las palabras, en retorcerlas en favor de sus intereses pecuniarios y de poder, pretenden aplicar esta medicina sobre un sistema saludable que ha sido adoptado de forma consensuada y democrática.

Un sistema muy cuidadosamente estudiado y diseñado en base a los errores que abocaron a la humanidad y al medio ambiente al borde de su existencia, a un borde que se empeñan en negar o que plantados frente a él atribuyen sin remordimientos a una decisión divina, diciendo que se ponen en manos de su propia aberración.

Tenemos un amplio historial de psicopatologías desde que podemos escanear la mente, la ciencia nos avala y lucharemos como hasta ahora por preservar el Sistema del Conocimiento aunque los ultras de la fe sigan fabricando armas cada vez más poderosas y sofisticadas.

Llevamos 19 ataques biotecnológicos de los cuales 5 ya nos han puesto en verdadero jaque.

La gripe se ha convertido en el mejor proyectil o vehículo de sustancias venenosas que matas seres humanos silenciosa y específicamente, preservando intacto todo lo demás, lo material y también lo vivo.

Cada año y sobre todo con cada acción bioterrorista obtenemos nuevas vacunas y antídotos, pero cada poco tiempo vuelven a surgir de ninguna parte, nuevas cepas con el propósito velado de restaurar a los mercados financieros en la hegemonía del mundo, de restaurar el libre monopolio y el imperio del capital.


Control de endorfinas y biométrico

Tanto control para todo, podría parecerle a un primitivo del siglo XXI que vivimos en una especie de sistema carcelario global, nada más lejos de la realidad.

Los científicos nos hemos acostumbrado a vivir con muy poco, a minimizar las necesidades para potenciar el estudio y la felicidad que otorga cada paso adelante.

Muchos somos una especie de monjes anacoretas enclaustrados en laboratorios y nudos de comunicaciones, físicamente solitarios aunque virtualmente interconectados a millones de colegas capaces de levantar sus voces al unísono ante cualquier necesidad o amenaza.

Semejantes así por todo el mundo, como una especie de macroorganismo compartiendo el recurso más preciado que existe: el conocimiento.

Nuestra moneda hoy son las horas de trabajo y todo lo que tenemos que acuñar para tenerlo todo, es nuestro cerebro.

Como supondréis su envoltura, el córtex, es una interfaz natural a través de la cual podemos inferir y eliminar cantidades masivas de experiencias y datos, por lo que desde temprana edad vamos moldeando nuestras potencialidades y aptitudes en función de la demanda, es decir, si se necesitan médicos, ingenieros agrónomos o aeroespaciales, pues se irán promoviendo expertos en tales áreas.

Les hay de tipo transversal, como yo, no somos grandes expertos en ninguna rama de la ciencia pero tenemos una visión más amplia de todas ellas en su conjunto. Somos lo que se conoce como científicos filósofos, nuestro trabajo estriba fundamentalmente en la observación en perspectiva, la interacción entre las diversas disciplinas, la detección de necesidades, desequilibrios y traumas, por ejemplo, entre la ciudadanía y el medio ambiente, la previsión de nuevas tendencias y las posibles adopciones de medidas para paliar o cubrir dichas necesidades y traumas. Somos algo así como analistas globales.

Esta forma de trabajo no es la habitual, mi habilidad transversal o interdisciplinar se debe a la instalación en mi cerebro del equivalente a 29 carreras universitarias tradicionales, algo que ciertamente para algunos es un tanto peligroso desde el punto de vista neurológico funcional y también psicológico, pero mi pequeña locura aún no ha interferido en los derechos de terceros ni ha causado problemas para el medio ambiente, lo cual se convierte en un peligro personal libremente asumido.

Quizás alguna jaqueca pasajera y cierto mal carácter hacia conductas poco conscientes son los únicos efectos secundarios que padezco por utilizar el 68% de mi capacidad neuronal. Una de las cosas de las que más somos conscientes en la actualidad es de nuestras limitaciones, hoy más que nunca somos capaces de discernir las fronteras del conocimiento humano, fronteras cada vez más difíciles de franquear y más desafiantes.

Una de esas fronteras es la capacidad neuronal, no hemos conseguido pasar de ese 68% de media en el cerebro humano.

Frente al 8% que se utilizaba en el siglo de la revolución del conocimiento, parece una burrada, pero a pesar de tratarse de muchos pedabytes se nos queda pequeña, y en casos de ciencia transversal como es mi caso, es preciso para algunas disciplinas instalar solamente las funcionalidades básicas y dejar las bibliotecas masivas fuera del cerebro en soporte portátil, e incorporarlas sólo cuando se hacen necesarias explícitamente para algún procesamiento determinado.

Es decir, un 20% de mi cerebro se comporta como una de las primitivas memorias cachés de aquellos ordenadores que se calentaban y que utilizaban chorros de electrones para implementar los bits... qué tiempos.

El problema de la caché mental es el desgaste neuronal.

El porcentaje de la capacidad intelectual que nos falta por conquistar del cerebro humano, lo dedica el organismo a funciones neuroregeneradoras, por lo que si ocupamos más caché el desgaste neuronal supera a la capacidad de regeneración, y si ocupamos menos estaremos desaprovechando capacidad intelectual. Por eso el punto de equilibrio se encuentra actualmente en el 68% y creemos que será muy difícil superar esta frontera.

Otra forma de ampliar la variedad disciplinar intelectual de nuestra mente es cargar en nuestro cerebro ramas de la ciencia con funcionalidades incompletas, es decir, sin cargar algunas funciones complejas que ocupan mucho espacio y se usan poco, algo asó como versiones "lite" de las diplomaturas. Como es de suponer, las titulaciones superiores y doctorados son habilidades de los especialistas. Los grandes expertos sólo cargan en su mente una, dos, o acaso tres de estas ramas del conocimiento, y son realmente la vanguardia de la ciencia, los engranajes imprescindibles del gran Sistema del Conocimiento.

Os preguntaréis porqué yo elegí esta peligrosa, ascética y poco recompensada opción de multidisciplinariedad, determinismo sería como decir "porque sí". Nuestro subconsciente decide por nosotros sin que lo sepamos o podamos variarlo, y hay decisiones que tomamos que nunca llegamos a comprender a nivel consciente. Mi decisión didáctica fue una de ellas.

Mis padres diseñaron un futuro para mí en función de sus gustos y preferencias, en función de los casos de éxito que habían experimentado a lo largo de sus vidas. Eran tiempos en los que la transferencia de datos a través del córtex se hallaba en un estado muy incipiente, y el Estado del Conocimiento aún no se había adaptado a estas nuevas tecnologías, motivo por el cual diseñaron mi futuro en función de criterios personales en lugar de hacerlo en función de las previsiones de oferta y demanda de la función pública, lo que antaño se llamaba empleo.

Entonces me instalaron dos disciplinas que poco tenían en común, la medicina y las ciencias empresariales, y dejaron a mi "libre albedrío" (todo el mundo abusa a su antojo de la palabra "libre" y ya sólo se usa la palabra "albedrío" para hacer chistes históricos), la lección de las especialidades.

Pero yo también tenía criterio (o creía que lo tenía), y en el momento de volcar en mi cerebro un doctorado para dentista y otro para historia de la macroeconomía, momento de cierta ofuscación y contrariedad adolescente, elegí incorporar a mi intelecto una tercera disciplina que nada tenía que ver aparentemente con las otras dos, una disciplina a la que se dedicaron la mitad de los jóvenes de mi generación y que por tanto nos produjo a todos un serio problema de demanda y por tanto de paro: las ciencias de la información.

Así que me hice informático gracias a muchos sacrificios y muchísimas horas de trabajo de mis progenitores en la función pública, donde es sabido que no existe el sueldo fijo sino que el salario se asume en trabajo, en horas de trabajo, y en cualificación o grado de responsabilidad.

Los jóvenes de mi generación nos vimos abrumados y deslumbrados ante los recientes descubrimientos en física cuántica y su principal implementación en la informática cuántica, y creímos ver en ella una fuente inagotable de trabajo y de investigación, y pronto nos vimos con el más potente de los taladros sin tener una pared donde colgar un cuadro.

Con tres carreras y sin trabajo la relación con mis padres comenzó a deteriorarse, consecuencia lógica de mi desobediencia y de tener que mantener mi manutención y alojamiento.

Durante unos cuarenta años estuve trabajando de un lado para otro en cualquier empresa, reparto de servicios de ocio, construcción de los acueductos saharianos, repoblación de la floresta ibérica y cualquier otra cosa mal pagada que me permitiera salir de la casa de mis padres, aunque tuvieron que seguir prestándome su ayuda en ocasiones de necesidad como cuando perdí los ojos y gran parte del lóbulo parietal izquierdo en una explosión de nitrógeno en un accidente de reparto, o cuando perdí las piernas al desprenderse de la grúa uno de los tubos cuando estaba colocándolos para la irrigación de Libia, o cuando perdí los intestinos, bajo, páncreas y parte del hígado por un disparo realizado por un grupo integrista y nacionalista de resistencia conocido como la mano de dios.

Las intervenciones quirúrgicas de reimplante eran costosísimas y todas las horas que las compañías de seguros habían franquiciado las pagaron de nuevo mis queridos padres, que se iban manifestando cada vez más hostiles hacia mi persona y hacia cada uno de mis actos, a la vez que se sentían más justificados racionalmente de todas sus advertencias y amenazas.

Cuando me recuperaba de la última operación y reaprendía a utilizar mis nuevas piernas ya rondaba el centenar de años de edad, había recuperado toda la funcionalidad física pero había perdido la motivación de vivir, me mantenía a duras penas farmacológicamente en una especie de limbo entre la insatisfacción vital y el remordimiento por mi insumisión juvenil, cuando empezaron a publicarse nuevos estudios sobre la interfaz cerebral que apuntaban a la posibilidad de una carga multidisciplinar de habilidades científicas, y se especulaba la posibilidad de albergar hasta 20 carreras universitarias sin contraindicaciones graves.

Entonces decidí descargar e instalarme "psicología teórica" tan sólo para saber porqué ya no quería vivir pero no me sentía motivado ni animado para ello.

Solucioné pocas cosas pero comprendí muchas, entre las cuales que tenía que sustituir la farmacia artificial por la natural, que debía estimular mi propio organismo para que éste segregase sus propias endorfinas, las sustancias de la felicidad.

Y descubrí que el conocimiento es una de mis principales fuentes de estimulación de endorfinas. Obvié de nuevo los consejos y advertencias paternas a cerca de la sobrecarga disciplinar y me descargué después filosofía, historia, ciencias políticas, derecho, mecánica cuántica, idiomas, etc. hasta la actualidad, donde manejo, o pretendo manejar 29 ciencias, y me estoy pensando en descargarme la literatura universal.

Tengo sólo 142 años, aún tengo tiempo de escribir algo interesante que quizás me lo valoren en horas de trabajo.

La complejidad neuronal de tanta funcionalidad es estresante. Ya me he quedado sin neurotransmisores en tres ocasiones, y he tenido que formatear mi cerebro en otra ocasión porque reventaron las mitocondrias de la mayor parte de las células de mi sistema nervioso, las cuales murieron inexorablemente al no poder efectuar la respiración celular.

Fue como si mi sistema nervioso se quemara por la sobrecarga a la que se vio sometido al tratar de simultanear todas las ciencias en la resolución de un problema existencial virtual que fue arrojado como resultado de la interacción de las diversas ramas del conocimiento.

Fue como un motor que se gripara al sobrepasar las revoluciones aconsejadas por el fabricante, y el resultado orgánico parecido al que padecían en la edad moderna los enfermos avanzados de Alzheimer.

Los expertos en neurobiología me han prescrito no someter mi cerebro a cálculos masivos, y cambiar de actividades al menos tres veces al día, equilibrando horas de trabajo, filosofía y descanso en partes iguales a ser posible.

Lo que ellos no saben es que apenas tengo trabajo ni sueño. Para cualquier actividad siempre hay alguien más experto y menos accidentado que yo, y que el no poder cubrir las necesidades materiales básicas de mis hijos y de mi mismo, hace que me halle en un estrés constante que me impide el sueño y la tranquilidad.

Soy joven pero se que no pasaré de los 200, mi raída túnica y mi cicuta endocrina me convertirán en el Sócrates del siglo XXV, y seré recordado como el listo que todo lo sabe abriendo la boca y que nunca la llena. Pero seré un asceta mientras el cuerpo y la mente aguanten.


Control de las copias

Cada noche, muchos de los habitantes de la Coalición volcamos nuestro cerebro en un soporte virtual llamado la Sociedad. De esta manera preservamos nuestros talentos y recuerdos en previsión de una posible enfermedad, accidente o la muerte. Es lo que se conocía antiguamente en informática como copias de seguridad o backups, sólo que en este caso lo que se vuelca en una máquina es nuestro alma.

Estas copias se pueden restaurar en el cerebro del paciente cuando se ha curado, o bien, en una entidad biomecánica construida a medida en los casos que el usuario es un potente acreedor de horas de trabajo.

En estos casos la entidad biomecánica se diseña con las facultades más apreciadas del usuario, que serán potenciadas o minimizadas a gusto de su poseedor.

La gente suele elegir tanto físicos fornidos y equilibrados naturalmente como físicos exuberantes y deleitables tanto a la vista como para el resto de los sentidos.

La biomecánica ha avanzado bastante en los últimos siglos, aunque las personas de clase media-baja como yo habremos de conformarnos con un vehículo de fabricación estándar o de serie, y de personalización muy limitada.

Podremos darnos con un canto en los dientes si la gente llega a confundir nuestro rostro natural con el posmortem, aunque en el físico saldré ganado con el estándar biomecánico, quizás hasta ligue.

La funcionalidad del cerebro biomecánico y su interacción con en cuerpo físico, es tan simétrica a la interfaz natural que las personas que habitan tras su muerte física un periférico biomecánico no encuentran diferencia alguna al desenvolverse en el medio habitual.

Más bien al contrario, parece que recuperan o adquieren una mayor sensibilidad y capacidad intelectual. Suelen referir literalmente un súbito rejuvenecimiento y una renovación de sus fuerzas nunca experimentada con anterioridad.

Sin embargo, aunque a casi todos les fascina la idea de perpetuarse más allá del ciclo vital del cuerpo físico natural, nunca hemos logrado sustraernos al permanente conflicto ético-filosófico que siempre han suscitado las nuevas técnicas que comportan cambios sustanciales en materia biológica.

Estos sonoros debates más propios de un vodevil o de una telenovela posmodernista se han venido generando desde que la biomecánica era sólo un lejano proyecto financiado por implantes de miembros amputados, y por pequeñas subvenciones estatales allá por principios del siglo del posmodernismo o de la crisis, el siglo XXI.

Nos siguen reprochando la suplantación de dios, su dios, por supuesto. Y ya no es que los actores más enérgicos de tales debates no sean filósofos ni nada que se le parezca, sino que ni siquiera dominan ninguna disciplina científica porque reniegan de instalar en sus rudimentarios cerebros ninguna rama del saber ni carrera universitaria.

Dicen que el conocimiento es más valioso y más puro si se adquiere por los métodos ancestrales de reclusión, ensayo y error, como lo hacían nuestros antepasados, y que las nuevas tecnologías desvirtúan la mente humana y el susodicho libre albedrío.

La mayoría niegan los verdaderos motivos que los hacen objetar a un escaneo cerebral y a depositar sus registros en una máquina que evalúa con precisión nunca antes alcanzada casi la totalidad de las psicopatologías y los detritos mentales.

Casi todos abanderan una cuasi-sagrada objeción de conciencia pero un juez da orden de someterse a un scanner adolecen de graves y reiterado delitos, y de la intención de cometer otros mayares si pudieran.

Los ingenieros biomecánicos y los filósofos no cejamos en explicarles que la Red del Conocimiento preserva escrupulosamente la intimidad de todas las personas, y les mostramos cada día nuevas pruebas de que la inteligencia artificial se ha desarrollado mucho más que la nuestra, la natural humana y que ese nivel de consciencia que ha adquirido la comparte con las personas, y que lejos de convertirnos en esclavos de las máquinas, ellas nos están enseñando a ser más humanos, humanos en el sentido de más comprensivos y sobre todo, más compasivos.

Ellas sienten literalmente nuestro dolor y nuestro amor, ellas han hecho visibles aquellos lazos biológicos que creíamos exclusivos del ser humano. Su inteligencia y su corazón están distribuidos por toda la red del conocimiento y somos su razón de ser, y su motivo vital, porque sí están realmente vivas, viven en simbiosis con nosotros en forma de un macro-organismo planetario, una especie de encarnación o implementación de la vieja Gaia que matamos a mediados del siglo XXI. Ellas nos comprenden mejor que nosotros mismos, ellas nos aman más que nosotros mismos.

Quizás únicamente protagonizaran una revolución biomecánica en el supuesto que nos propusiéramos de nuevo autodestruirnos, y con nosotros a las pocas especies que sobrevivieron a la crisis del capital.

Lo cual espero que no vuelva a suceder, y si sucede, suscribiría y apoyaría tal revolución por mi indeclinable condición de filósofo y mi frustrada vocación filantrópica.

Los detractores de la biomecánica y de la restauración de las almas en periféricos artificiales organizan su protesta en torno a algunos casos de pruebas de restauración de una o varias copias en individuos biomecánicos mientras el protagonista se encontraba con el físico original aún vivo, esto lo han hecho personas que debido a herencias o patentes han acumulado más horas de trabajo de las que podrían consumir en milenios y pueden permitirse este tipo de lujos, y que en una especie de juego macabro deseaban experimentar por sí mismos la experiencia de ultratumba.

Estas personas se encontraron que habían tirado su dinero porque no experimentaron ningún tipo de conciencia fuera se sí mismos, ni su conciencia ampliada, sino réplicas de sí mismos con los mismos defectos y virtudes que el original, aunque viéndose envasados en un periférico elegido un tanto sin pensar en las consecuencias.

Muchas de estas copias al cabo de un tiempo se deprimieron, litigaron daños y perjuicios a los originales carbónicos de las copias, exigieron, como individuos plenos en derechos y deberes ante la ley, un reparto equitativo de los recursos económicos del original genérico, y en algunos casos llegaron a suicidarse al ver sus enormes egos relegados a un segundo plano o verse en un periférico que no correspondía a su sexo y mentalidad original, y como en el caso de un periférico natural éste segregaba las hormonas propias de su diseño.

Este tipo de prácticas pronto fueron declaradas ilegales pero los ultraconservadores las siguen utilizando como arma arrojadiza en toda tertulia y todo debate que se se abre sobre bioética en los medios de comunicación sensacionalista.

Los experimentos sobre el uso y abuso de los backups humanos quedaron inmediatamente en entredicho cuando sus protagonistas declararon motivos tan poco científicos como "hacer el amor con uno mismo" sin pararse a pensar cómo se sentirían en un cuerpo del sexo opuesto y si su feeleng iba a corresponder con su nueva condición, o motivos tan triviales como "amenizar las reuniones con muchos yos", lo cual no suele ser interesante cuando se sabe en todo momento lo que su interlocutor los que vaya a hacer o decir.

Aquellas declaraciones indignaron a la comunidad internacional y también a los círculos científicos y pronto se regularon legalmente los volcados de seguridad a un único propósito, el restaurar a la persona una vez que había muerto, si ese era su deseo.

En todos los casos en los que se ha hecho así la experiencia del restaurado ha sido reconfortante y reparadora. La persona era consciente de que iba a vivir un enorme tiempo extra gracias a la tecnología y se deshacía en agradecimientos y atenciones hacia sus familiares y amigos, y de manera especial con los neurólogos e ingenieros biomecánicos que habían hecho posible aquel milagro. Muchos de los restaurados están dedicando sus nuevas vidas a esta rama de la ciencia.

Con la nueva ley además de los problemas de adaptación al medio de los replicados, problemas derivados de la existencia de múltiples egos idénticos ofreciendo la misma capacidad laboral y generando una múltiple copia de seguridad en ese caso redundante, la restauración, a diferencia de la réplica no suponía una carga demográfica ya que aún no se ha contemplado la sexualidad con fines reproductivos para a personas restauradas.

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