domingo, 27 de noviembre de 2011

Trata de blancas: ni mucho menos el fin

Según un reciente estudio del Prostitution Research and Education, los hombres que pagan por mantener sexo son más propensos a cometer crímenes, inclusive crímenes violentos contra las mujeres relacionados con abuso de sustancias y asalto.


Algunos de los resultados de este estudio son:
  • Sólo el 47% de los asiduos a la prostitución frente al 70% de los que no lo son, informó que le fue inculcado el respeto hacia la mujer en clases de educación sexual.
  • Tres de cada cuatro clientes de la prostitución informó que se educó en materia sexual básicamente a base de pornografía, un 54% de los no clientes afirmó lo mismo.
  • Dos terceras partes de ambos grupos de voluntarios concluyó que la mayoría de las prostitutas son en realidad prostituidas (víctimas de redes de trata de blancas).
  • Un 61% de los clientes frente al 70% de los que no lo eran habitualmente tenía pareja estable.

A las conclusiones de este estudio se añade que los criminales varones, por norma general, suelen reincidir cometiendo crímenes contra las mujeres. 

La explicación que se ofrece a este respecto es que un porcentaje elevado de quienes recurren a la prostitución pueden llegar a cometer dicho tipo de crímenes porque son menos empáticos con esas mujeres. 

No conciben a las prostitutas como tal (como sucede con sus parejas); de acuerdo con el estudio, los clientes parecían justificar su comportamiento con respecto a la industria del sexo manteniéndose en el convencimiento de que aquellas mujeres son intrínsecamente diferentes de las demás.

El tráfico de mujeres para su posterior prostitución es uno de los temas contra los que más lucho en la medida de mis posibilidades. De entrada, no comprendo este fenómeno; pero pasando por alto esto, no llego a comprender cómo alguien; conociendo el alto porcentaje de mujeres que no se dedican a esto por voluntad propia, siguen recurriendo a este “servicio” de manera que lo más probable es que en la mayoría de las ocasiones se tratará de mujeres obligadas a realizar esta actividad. Y la realidad es que esas redes de tráfico son inductoras de múltiples delitos de agresión sexual y los clientes ejecutores de las violaciones de esas mujeres cuya voluntad ha sido anulada.

El debate sobre la mejor manera de solucionar esto sigue abierto en nuestra sociedad. Por un lado están quienes abogan por la legalización completa y regularización de esta actividad, muchos de ellos sosteniendo que al fin y al cabo constituye una función social al disminuir el número de delitos sexuales. 

Esto es una gran falacia, pues siempre ha habido prostitución y los crímenes sexuales contra las mujeres siguen ahí; principalmente porque los violadores no buscan sexo al uso, se excitan teniendo una víctima que lucha por evitar la agresión; buscan el abuso.


Como siempre, la mejor solución es la que parece siempre algunos acaban haciendo más difícil: la educación… 

El fomento de la empatía desde las escuelas, la concienciación, la ruptura de estereotipos (que conllevaría también a la erradicación de patrones de conducta que la sociedad pretende imponernos a las mujeres) y por supuesto, a plantearnos el fin del uso gratuito y a discreción de escenas de violencia explícita contra las mujeres sin afán de denuncia en films y videojuegos.


Rebeca M.T. ___