lunes, 14 de marzo de 2011

Teorema de la interfaz cerebral (2ª parte)

¿Qué es una interfaz?

Interfaz en la jerga tecnológica es aquello que comunica o transmite información u órdenes entre el ser humano y la máquina, en ambas direcciones. Aunque el concepto se extiende sin problemas a la comunicación entre seres humanos, también las máquinas entre sí, y finalmente cualquier entidad susceptible de adoptar criterios de individualidad y capacidad de comunicarse con el medio, entendiendo por medio cualquier entidad o conjunto de ellas que presenten así mismo, esas mismas cualidades.

Todo este rollo puede entenderse fácilmente con un ejemplo: un coche.

La interfaz de un coche sería el volante, los pedales, la palanca de cambios, el cuadro de medidas de velocidad, temperatura, combustible, etc., es decir, todo aquello que nos permite indicarle al vehículo cómo y por dónde queremos ir con él, y por su parte, el coche nos indicará a través de su interfaz su pripia información, datos como la velocidad, revoluciones, temperatura del motor, niveles de combustible, aceite, necesidad de pasar por el taller, los puñeteros airbags, proximidad de un radar móvil...

Todo ese flujo de información y órdenes atraviesan una interfaz para llegar a destino, generalmente un artilugio o artefacto. La comunicación La comunicación evidentemente ha de ser adecuada a los protocolos, lenguajes y códigos. Sé de muchos, entre los que me incluyo, que a veces hablamos a los animales o les gritamos a una máquina, sobre todo al ordenador, cuando la interfaz se nos dificulta o atribuimos capacidades inexistentes a nuestras mascotas y cibercompañeros. Al menos aún he mordido a mi perro ni se me ha caído por el WC el teléfono celular.

El concepto de interfaz también engloba la fronteras de comunicación entre individuos, entre máquinas, entre el individuo y el medio, y, entre la máquina y el medio.

La membrana de una célula es su interfaz con el medio y con las células de su entorno, así como la piel de una persona, o más bien el atuendo y sus máscaras psicológicas, constituyendo en la mayoría de seres humanos una complicada parafernalia destinada precíamente a filtrar, en lugar de comunicar, las informaciones más interesantes de sus protagonistas.

La interfaz de las personas con otras personas y con el medio son complicados. Auténticos disfraces destinados a confundir y ofuscar las posibilidades de los demás. Difícil ciencia la fisiognomónica, la ciencia de la segunda intefaz de todo organismo con sistema nervioso central: la piel.

Si bien, nos vamos a centrar en el córtex, la auténtica interfaz humana, y a considerar todo lo que hay entre ésta y la piel como un gran periférico. o si se quiere, conjunto de periféricos.

Los periféricos , tanto en la biología como en la tecnología se duvuden en dos tipos: actuadores y sensores. Si un mismo periférico muestra ambas capacidades, se considera o estudia por separado, por que el conjunto de datos que atraviesa la interfaz hacia el cerebro o la CPU se conocen como datos de entrada, y, los datos que hacen el camino inverso, se llaman datos de salida. son diferentes y requieren procesamientos diferentes, los primeros son sensaciones y los segundos, órdenes.

El proceso se produce tan rápido y de manera tan automática que no percibimos la comunicación que que se produce, o la percibimos como comunicación entre los mismos sensores y actuadores, pero siempre, al menos para seres humanos y ordenadores, todo, para por el cerebro, por la CPU.

Conociendo esta premisa, el problema de la interfaz cerebral se resume a encontrar un lenguaje común entre los individuos de carbono y los individuos de silicio. Este lenguaje se presume que será de tipo energético, ondulatorio, y tardaremos unos dos siglos en aprender a entenderlo y hablarlo de manera fluída.

La dificultad estriba más que en proporcionar o suministrar al cerebro la onda adecuada, en discernír a qué célula nerviosa, a qué neurona, hemos de dirigir esa onda, esa señal. Y a la inversa, discernir de dónde parten los impulsos que aparecen en el córtex, o sea, dónde nacen los pensamientos, las emociones, los recuerdos, la conducta... Pero lo lograremos, no me cabe la menor duda porque hay grandes intereses involugados en ello. Como dije en un principio, las implicaciones son enormes, la neurotecnología es sin duda, la piedra filosofal.


Los sensores, receptores o sentidos

Son los responsables de la parte mecánica de la percepción, la parte lógica se lleva a cabo en el interior del cerebro, o en la CPU de los ordenadores.

Dicen que los vertebrados tenemos 5 sentidos, al margen del sentido común, el sentido de la estética, del bien, la primera impresión, y los innumerables sextos sentidos que tienen tantos animales como los gatos... aunque nos cueste reconocen que otra especie nos supere en algo, creo que son suficientemente evidentes.

En el caso de las computadoras la variedad y abundancia de los órganos de recepción de datos es igualmente extensa. Tenemos 5 principales: ratón, teclado, cámara, micrófono y escáner, y tantos otros especializados para tantas otra aplicaciones como podamos imaginar, véanse pantallas táctiles, escáneres 3D, sensores de movimiento, de luz, de humedad, de nivel, térmicos, volumétricos, de identidad, de variables vitales, de estados de ánimo, etc.

Cuanto más se atrofian nuestros sentidos más vamos desarrollando otros cada vez más complejos y más especializados, tan útiles en campos tan variados de la ciencia y la investigación, que llegan a sernos imprescindibles casi desde el mismo momento de su fabricación.

Los sensores o sentidos, desde el punto de vista técnico, sólo sirven para recoger información. Simples datos de entrada que si no se procesan por el cerebro o la CPU, o se almacenan en la memoria para posteiores procesamientos, no sirven para nada, serían sólo información sin efecto, sin vida.

Sobre la memoria podemos establecer el mismo paralelismo entre un vertebrado superior y la máquina, es decir, tenemos una memoria volátil y de escasa dimensión que es la consciencia, que encuentra su homóloga tecnológica en la memoria RAM, que se borra cuando se apaga el ordenador, así también nuestra consciencia desaparece cuando nos damos un coscorrón y cuando morimos.

Por otra parte está nuestro subconsciente o memoria intuitiva, cuya capacidad es tan desbordante que aún no se ha calculado, y que algunos estudiosos de la psicología y místicos plantean que se extiende más allá de la vida, y que denominan memoria de especie o memoria colectiva.

Este almacén permanente, y de tan difícil acceso en nuestra órbita de seres demasiado ocupados en dominar y explotar, es la memoria que toma el control de nuestros actos por encima de razones y emociones, es la memoria intuitiva y ancestral, furtiva y visceral, dirían algunos, que llamamos subconsciente, y que encuentra su igual en el mundo de las nuevas tecnologías en el disco duro de cualquier PC, el espacio donde permanecen inalteradas cantidades ingentes de información y programas, algunos de los cuales fueron adquiridos o aprendidos, y otros son innatos, profundamente marcados en el código genético. Ese conjunto de cualidades y atributos que precísamente marcan nuestra física, la pauta de construcción del organismo que se transmite de manera hereditaria y adaptativa, ese plano de construcción biológica es algo así como nuestro sistema operativo.

Cuando nos visita la muerte nuestro hardware encuentra un sitio en el seno de la tierra, o acaso entre la contaminación de la atmósfera debido a esa alternativa de sepelio que se llama incineración y que se ha vuelto tan de moda por ser más barata que la impuesta por el emporio iglesia-estado.

Quizás, si hemos tenido hijos, les habremos transmitido ese sistema operativo que creemos tan nuestro y tan irrepetible, cuando en realidad está repartido en miles de instancias idénticas a uno mismo por todo el mundo y por más que nos consideremos únicos e irrepetibles, dado que las diferencias genéticas que guardamos respecto a tales instancias de nuestro ser son irrelevantes, como irrelevantes son desde el punto de vista de la electrónica las diferencias entre un electrón y otro. Y es que se puede ser distinto e idéntico a la vez, aunque no lo pueda entender nuestra razón dicotómica.

También cuando nos visita la muerte y nuestro hardware es sometido a un proceso de reciclaje orgánico, o en su caso, sometido al más vulgar delos tratamientos de residuos, es posible que parte de nuestro software y ciertos paquetes de datos sigan siendo procesados en otras CPUs, en los que se hayan visto restaurados en el propio disco duro al salir de fábrica, o virtualmente en la memoria caché, esa memoria intermedia entre la RAM y el disco duro de nuestro cerebro, es decir, para ciertos procesos del conocimiento que se producen en algunos estados alterados de conciencia.


Extremidades o actuadores

Son los mecanismos de que dispone un ser vivo o una máquina, para ejercer su acción en el medio o sobre otros individuos.

Las metáforas entre la biología y la tecnología son infinitas, y son descripciones que cada vez se acentúan más su identidad y se alejan del puro símil. De ahí la creciente importancia que tiene la biotecnología en el progreso del ser humano en su camino hacia el conocimiento, camino en el que no está lejano el punto crítico en cual se encuentra la mítica y parafraseada quimera de la inmortalidad.

Puede dar risa esta palabra pero para aquél que sabe hacer lo que se conoce en informática como "imagen del disco" y realizar su posterior "restauración" en otro equipo, la expresión de sarcasmo puede tomar el cariz de promesa de Asimov, de canción de cuna del bebé científico que estamos acunando, bebé que crecerá, que caminará solo y que nos mirará desde las alturas de manera compasiva aunque nosotros casi nunca hayamos tenido compasión con los seres supuestamente inferiores.

Nuestros actuadores son los brazos, las piernas, en general cualquier músculo o fibra capaz de ejercer influencia en el exterior de nuestro sistema central motor-decisor, que es el cerebro, podría considerarse actuador o parte de un sistema actuador.

En este sentido, todo nuestro cuerpo, o más bien aquello que consideramos "nosotros mismos" o que tenemos percepción de ser "fisiológicamente nuestro", sería simplemente un actuador, un periférico, una herramienta. Lo único que no sería actuador de ese ego estructural sería nuestro cerebro, al ser esta enmarañada acumulación de neuronas, el centro coordinador y decisor del organismo, es decir, la unidad de control y la unidad aritmético-lógica de nuestro equipo orgánico.

La unidad de procesamiento o procesador, que es el tercer elemento constituyente de la CPU de un ordenador, no tendría cabida dentro de lo que es el cerebro en este marco metafórico del particular teorema que voy a exponer, sino que encontraría su homólogo en el corazón, dado que es el procesador el que impulsa los paquetes de datos rítmicamente por todo el equipo, a modo de latidos, haciendo circular la información no sólo a través de la UC y la UAL, sino también a través de todas las unidades de entrada y salaida periféricas conectadas a los puertos del ordenador.

Físicamente, un ordenador tiene incorporados UP + UC + UAL en lo que se llama UCP o CPU (Unidad Central de Proceso), sin embargo, en los vertebrados el corazón se halla físicamente alejado de la cavidad donde se encuentra el cerebro. Es bastante probable que cuando alcancemos a desarrollar la informática cuántica los procesadores desprendan tanto calor e interferencias, que sea necesario separarlos físicamente de la cavidad donde se encuentran los elementos de control y decisión de la máquina citados en el párrafo anterior (UC y UAL), nuevamente habremos de inspirarnos en la sabiduría de la naturaleza.

Sin querer hemos ampliado el símil al concepto de la sangre como flujo de datos en circulación por toda la máquina, aunque también en este caso nos vemos superados nuevamente por la tecnología, dado que el flujo de datos traspasa las fronteras de la computadora personal, y fluye, por ejemplo, en la Red de redes que es Internet mucho más allá de la propia máquina individual.

¿Será que Internet tiene su homólogo natural en la citada conciencia colectiva subconsciente? ¿Será que en lugar de ser los individuos que nos han enseñado que somos, en realidad se trata de un super-organismo que no sabemos coordinar como especie? Quizás deberíamos aprender de las hormigas en lugar de menospreciarlas, quizás los insectos insignificantes seamos nosotros. ¿Qué opinas lector, realidad o blasfemia?

Ya si la sangre son los datos de la máquina entonces las venas y arterias son los buses de entrada y salida, con todas sus ramificaciones cableadas y matriciales incluidas, y finalmente, acabando en los capilares de microchip, y seguiríamos así encontrando analogías entre biología y tecnología hasta aburrir al lector si es que no se ha ido aún a leer el marca.

Pero hay otra analogía que no quisiera omitir: conocemos gracias a Tesla y a pesar de Graham Bell la transmisión inalámbrica de datos e incluso de energía, aunque ésta última ha encontrado de momento insalvables escollos en su transmisión con la intensidad y potencia que requieren nuestros electrodomésticos, pero la transmisión inalámbrica de energía con otros parámetros es innegable.

Entonces ¿no tenemos un símil en la naturaleza para esta casuística o fenómeno de la tecnología?

Claro que sí, de nuevo esta frontera de la ciencia nos sumerge de manera profunda en el universo de la mística.

El pensamiento trasciende las barreras de lo puramente orgánico y se transmite sin cables. Influye la intensidad y las técnicas, también la distancia aunque se desconoce la mayoría de variables que intervienen en la comunicación del pensamiento, pero también es innegable, sino que le pregunten a un lama, un sufí, un druida, un chamán, o un asceta de los que son auténticos, de esos que se autoexilian en su interior para procesar la información adquirida de la observación y experienci, y expandir las fronteras de su conocimiento y el radio de acción de sus mentes.

Puede que nuevamente nuestra dicotómica razón haga que expulsemos una triste carcajada de ignorancia y prepotencia, pero no importa, así somos y así nos va. No por ello esta realidad le ha de pasar desapercibida a la carrera tecnológica y dejar de encontrar su homóloga en las tecnologías aún en pañales que denominamos móviles o celulares.

Por todo ello y algo más, es que la barrera, frontera o interfaz de nuestra CPU, la frontera de nuestro "alma", con el mundo exterior no es nuestro cuerpo sino precisamente esa fina capa más externa de nuestro encéfalo llamada córtex cerebral y que podemos identificar a simple vista porque tiene una coloración más gris que el resto del cerebro.

Es en el córtex donde se reciben todas las sensaciones y es del córtex (corteza cerebral) de donde parten las órdenes de acción hacia el exterior, sean éstas conscientes o subconscientes, planificadas o espontáneas, coherentes con la razón y la voluntad, con la moral y la costumbre, o no.

Si algo se sabe con seguridad en biotecnología, es que lo que llamamos cuerpo, con excepción del cerebro, es un simple periférico, algo que nos sirve para interactuar con el exterior: perpetuarnos como especie, proveernos de nutrientes y procurar no convertirnos en nutrientes de otros individuos.

Las funciones superiores, que podríamos identificar como intelectuales, intuitivas y compasivas, están reservadas o diseñadas desde el interior del córtex, desde la materia blanca, color que se debe a la mielina que recubre a las neuronas profundas.

Nuestros dedos no sienten, nuestros ojos no ven, nuestros oídos no oyen, nuestra boca no saborea, nuestra pituitaria no huele, nada toca, ve, oye, saborea y olisquea sino nuestro cerebro, toda percepción reside en el cerebro.

Así como una cámara web no ve nada si no está conectada a un ordenador y éste está encendido e invocando al programa adecuado, así nuestros ojos son simples fotoreceptores que pronto fabricaremos artificialmente, y que si no están adecuadamente conectados a nuestro cerebro a través del córtex no podrán transmitir los datos que detectan a la unidad de control, y por tanto la visión no se producirá.

Muchas de las personas invidentes tienen daños cerebrales que les impiden la visión, y sus ojos y nervios ópticos se encuentran perfectamente. De echo, si a un recién nacido se le mantiene en oscuridad durante los primeros días de su existencia extrauterina quedará ciego para siempre.

Son actuadores, por tanto, únicamente los agentes externos que ejecutan la acción. No importa que la CPU se encuentre subdesarrollada para obtener éxito en la vida y montañas de dinero, de echo conozco mucha gente triunfadora y admirada que tiene sustanciales zonas de su cerebro muertas o subdesarrolladas, zonas involucradas en concreto en la empatía o sentimientos, que precisamente por estas carencias se encuentran en una posición de ventaja competitiva que los hace vencedore simplacables, y por tanto, gente de éxito en la orbita materialista.

Es más, estamos tan aferrados aún al mundo de las cavernas que los que no encuentran problemas a la hora de perpetuar su sistema operativo son aquellos y aquellas cuyos periféricos son sanos, bien dotados y simétricos, sin importar lo más mínimo a qué dediquen sus CPUs los mejores momentos intelectuales, ya sea leer el Marca o ya ver un programa de Ana Rosa.

Nota: Ana Rosa me parece adorable y lo sería aunque no fuera miembro del grupo de "Sofía y Ciencia tu blog" en Facebook, así que si lees esto Ana, no te des por aludida cariño, y tampoco es que yo prefiera el As, sabido es que yo era del Madrid cuando fumaba, pero ambas publicaciones me parecen un tanto intrascendentes desde el punto de vista intelectual, o poco nutritivas para la mente, sólo eso.

El mundo de los periféricos es mucho más rico y diverso en el ámbito de los artefactos tecnológicos que en nuestra propia biología aunque la mayoría de estos periféricos se han inspirado en la naturaleza para llevarse a cabo.

Los periféricos típicos de un ordenador son la pantalla, la impresora y acaso unos altavoces, a partir de ahí encontramos actuadores que van desde los joysticks para matar marcianitos o un volante USB para jugar a las carreras, hasta el brazo de un robot industrial, una puerta que se abre y se cierra distancia, o el bisturí electrónico que permite hacer incisiones desde un ordenador que serían imposibles para la mano humana.

Un avión de los actuales es un periférico. Un portaviones no deja de ser un enorme periférico así como un edificio domótico de oficinas, un satélite geoestacionario o una central nuclear.

Al contrario de lo cabría pensar, cuanto más pequeño es el periférico más difícil es su implementación y control. La nanotecnología es una rama de la ciencia que precisamente se ocupa del estudio de la minimización de los actuadores. Es una ciencia recién nacida y hermana de la biotecnología que de momento sólo ha conseguido algunos avances en el terreno militar y del espionaje, dado que matar es una de las actividades más demandadas, una de las aficiones más inherentes al ser humano y una de las mejor subvencionadas tanto por los estados del mundo "civilizado" como por ciertas industrias privadas, como la del petróleo.

La nanotecnología ha creado peces para investigaciones submarinas del tipo Odissey (queda más honroso que decir expolio del lecho oceánico), e insectos voladores y colibrís mecánicos para observación disimulada (que es más digno que decir espionaje) y lleva muchos años ya investigando en el terreno de la medicina para, por ejemplo, atacar los tejidos tumorales y cancerígenos sin invadir los tejidos sanos, o reparar órganos sin necesidad de cirugía, aunque la verdad es que no se ha avanzado mucho ya que cada vez son menos los fondos destinados a la curación de enfermedades, y nulos por tradición, los esfuerzos destinados a la prevención.

No es que no hayamos salido todavía de la cueva, como diría Platón, es que nos da miedo siquiera mirar hacia la puerta. Si nos discuten todavía los trabajos con células madre aunque no se obtengan ya de cigotos, si estamos superpoblados y nos pelean hasta el condón...

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